La estancia era lúgubre, aunque parecía que limpia de polvo. El mobiliario era algo escaso, un par de estanterías, un catre mullido, un espejo al fondo y en el centro un par de sillas con una mesa en el centro, sobre la cual reposaba una vela consumida casi al completo dando una luz muy tenue a la estancia.Tras la vela y en una de las sillas se vislumbraba un humano canoso de piel oscura con ojos rojos carentes de vitalidad, el cual parecía tener una pluma en la mano.Estaba inmóvil, no se escuchaba nada, incluso parecía que la luz de la vela era artificial. Difícil saber si estaba muerto o vivo.Una mosca surgió de la oscuridad y fue a posarse sobre la frente del humano con un suave zumbido.¡De repente el humano se estremeció! Todo su cuerpo se agitó con fuertes combulsiones, sus negras uñas rasgaron la madera de la mesa, su cabeza giraba a todas partes, su cuerpo entero pegó un salto en la silla.La escena pasó en un abrir y cerrar de ojos, en seguida todo estaba en calma, como si no hubiera pasado nada.Entonces, Cruseth suspiró levemente mientras negaba con la cabeza.- ¿Pero en que mierda estaré pensando yo?- ¿Dónde coño te has metido Avendrok?- Pues nada, enviemos otro cuervo en su búsqueda.Dicho lo cual, Cruseth salió a toda prisa de la lúgubre estancia, tirando la silla al levantarse sin miramientos.De todas partes de la oscuridad, un enjambre de moscas verdes salía precediendo al mortecino humano.